Con esta frase comenzamos una conversación con un viejo amigo, mientras bebíamos un café, yo ya presumía lo que me iba a contar : una larga lista de obligaciones (unas autoimpuestas otras necesarias) , falta de tiempo , sensación de angustia frente a nuevos desafíos, sentimientos de incapacidad , fatiga crónica, agresividad , escaso control....en fin aspectos de la vida cotidiana-laboral de muchos de nosotros , pero me sorprendió: estaba preocupado por no tener la capacidad de dialogar con su esposa y pedirle ayuda, cooperación , que ella tomase algunas de sus agobiantes rutinas, tengo que decirlo es la primera vez que me encuentro en una conversión tan emocionante con un hombre... generalmente, no siempre, este ha sido tema de mujeres ... conversamos largamente y comprendi algo esencial; la incomunicación es tan dura , tan devastadora que no nos deja el campo libre para el amor, la empatia , el compromiso en definitiva nos deja en una soledad llena de rutinas y el llamado de mi amigo en verdad poco tenia que ver con su trabajo y sus dificultades, sino más bien en cómo recuperar el amor, en cómo poder verse a los ojos otra vez y comprenderse, acompañarse y auxiliarse mutuamente......
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